
Se cumplen veinticinco años del recordado incendio en un partido de la 3ra división del fútbol ingles, donde murieron 56 personas y 256 resultaron heridas. "Periodismo Joven" saca del archivo esta memorable historia. Fue una de las catástrofes más recordadas de este deporte en Inglaterra y en el mundo.
El partido era un verdadero aburrimiento para los hinchas, un “sábado ingles” que dejaba mucho que desear, tal es así, que los asientos de madera se convertían en bloques de hielo para la afición. Aunque la noticia estaba que en ese día, el club de la ciudad recibiría el titulo de campeón de la tercera división del futbol local.
El Bradford City, un humilde plantel del norte de Inglaterra, disputaba el último encuentro por el campeonato, frente al Lincoln City en condición de local. Ya había pasado la media tarde en el estadio “Valley Parade”, solo faltaban cinco minutos para que terminara el opaco primer tiempo entre estos dos equipos, un 0 a 0 que tenia sabor a nada.
La euforia y la pasión que transmite este deporte en todo el mundo, no habían hecho escala en Bradford, ese 11 de mayo de 1985. Pero la temperatura comenzó a subir, los “bloques de hielo” empezaron a derretirse, la gente se paraba y los gritos fluían en demasía en una parte de la tribuna local. Las muecas de desazón iban desapareciendo a pasos agigantados, ya nadie estaba sentado, todos corrían de un lado para el otro con una “locura futbolera” que no era la normal. ¿Pero porque? ¿Alguien metió un gol? : No. Debajo de las gradas hechas de madera, algo andaba mal, el olor a quemado inundaba las narices de los “Bradfordians”. Un socio local, había arrojado un cigarrillo en la parte interior de la tribuna, justo donde se encontraban grandes restos de basura acumulados durante años. Sin mucho que discutir, cientos de personas salieron con mucha rapidez de ese sector, dirigiéndose hacia las salidas de emergencia.
Pero el fuego se acrecentaba más y más. Las llamas se expandían de una manera impensada, el partido se detenía y una historia de terror tomaba color en la atmosfera.
Geoffrey Mitchell, un sobreviviente, confesó: "Hubo un gran pánico. Iban como estampida hacia la salida, que fue cerrada con candado. Dos o tres hombres fornidos empujaron contra ella y rompieron la puerta. De lo contrario no habría sido capaz de salir”. Como consecuencia del incendio, una persona emblemática para el club, terminó sus días aquella tarde: el ex presidente de la asociación que tenia 85 años.
En tan solo cuatro minutos el fuego se extendió por toda la grada provocando su caída, donde a varios ancianos no les quedo más remedio que morir, mientras que los jóvenes huían, aplastando a quien se les cruzara por el camino. El techo de madera, que estaba cubierto de lona y sellado con asfalto y alquitrán, se desboronó por la llamarada.
El mundo tenía los ojos puestos en las tierras de los reyes, la angustia y el dolor componían una fuerte mezcla que no cualquiera podía digerirla con facilidad.
El resultado positivo del incendio y la consiguiente tragedia, trajeron aires de cambios, ya que las autoridades británicas decidieron la aplicación de una nueva legislación que combatiera la inseguridad y los actos vandálicos en los recintos deportivos, aunque las medidas definitivas no se tomaron hasta que se produjo la Tragedia de Hillsborough en la que fallecieron 96 aficionados del Liverpool en el año 1989.
Entonces la historia que de que “siempre hacen algo cuando ya pasaron las cosas”, no viene de hace poco tiempo. Si las almas que fueron desterradas de este mundo por la inconciencia de los dirigentes del fútbol, podrían hablar, pedirían algo más que justicia
¿Será así por siempre?
El partido era un verdadero aburrimiento para los hinchas, un “sábado ingles” que dejaba mucho que desear, tal es así, que los asientos de madera se convertían en bloques de hielo para la afición. Aunque la noticia estaba que en ese día, el club de la ciudad recibiría el titulo de campeón de la tercera división del futbol local.
El Bradford City, un humilde plantel del norte de Inglaterra, disputaba el último encuentro por el campeonato, frente al Lincoln City en condición de local. Ya había pasado la media tarde en el estadio “Valley Parade”, solo faltaban cinco minutos para que terminara el opaco primer tiempo entre estos dos equipos, un 0 a 0 que tenia sabor a nada.
La euforia y la pasión que transmite este deporte en todo el mundo, no habían hecho escala en Bradford, ese 11 de mayo de 1985. Pero la temperatura comenzó a subir, los “bloques de hielo” empezaron a derretirse, la gente se paraba y los gritos fluían en demasía en una parte de la tribuna local. Las muecas de desazón iban desapareciendo a pasos agigantados, ya nadie estaba sentado, todos corrían de un lado para el otro con una “locura futbolera” que no era la normal. ¿Pero porque? ¿Alguien metió un gol? : No. Debajo de las gradas hechas de madera, algo andaba mal, el olor a quemado inundaba las narices de los “Bradfordians”. Un socio local, había arrojado un cigarrillo en la parte interior de la tribuna, justo donde se encontraban grandes restos de basura acumulados durante años. Sin mucho que discutir, cientos de personas salieron con mucha rapidez de ese sector, dirigiéndose hacia las salidas de emergencia.
Pero el fuego se acrecentaba más y más. Las llamas se expandían de una manera impensada, el partido se detenía y una historia de terror tomaba color en la atmosfera.
Geoffrey Mitchell, un sobreviviente, confesó: "Hubo un gran pánico. Iban como estampida hacia la salida, que fue cerrada con candado. Dos o tres hombres fornidos empujaron contra ella y rompieron la puerta. De lo contrario no habría sido capaz de salir”. Como consecuencia del incendio, una persona emblemática para el club, terminó sus días aquella tarde: el ex presidente de la asociación que tenia 85 años.
En tan solo cuatro minutos el fuego se extendió por toda la grada provocando su caída, donde a varios ancianos no les quedo más remedio que morir, mientras que los jóvenes huían, aplastando a quien se les cruzara por el camino. El techo de madera, que estaba cubierto de lona y sellado con asfalto y alquitrán, se desboronó por la llamarada.
El mundo tenía los ojos puestos en las tierras de los reyes, la angustia y el dolor componían una fuerte mezcla que no cualquiera podía digerirla con facilidad.
El resultado positivo del incendio y la consiguiente tragedia, trajeron aires de cambios, ya que las autoridades británicas decidieron la aplicación de una nueva legislación que combatiera la inseguridad y los actos vandálicos en los recintos deportivos, aunque las medidas definitivas no se tomaron hasta que se produjo la Tragedia de Hillsborough en la que fallecieron 96 aficionados del Liverpool en el año 1989.
Entonces la historia que de que “siempre hacen algo cuando ya pasaron las cosas”, no viene de hace poco tiempo. Si las almas que fueron desterradas de este mundo por la inconciencia de los dirigentes del fútbol, podrían hablar, pedirían algo más que justicia
¿Será así por siempre?


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